Se considera nutrición funcional cuando estudios científicos avalan que su consumo previene enfermedades o ayuda a resolver problemas de salud, ya que el alimento funcional cuenta con propiedades fisiológicas que van más allá de lo meramente nutritivo y con las cuales se puede cubrir requerimientos o carencias de un grupo amplio de la población (Marcela Ciaño, Jefa de Nutrición de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina).
En la actualidad, la diversidad de oferta de dietas es cada vez mayor. Nutrición ortomolecular, veganismo, comida orgánica…Además se añade la influencia de personajes públicos del espectáculo, el deporte y la sociedad que se suman a estas nuevas tendencias. Es importante conocer en qué consiste, cuáles son las ventajas, las desventajas y las consecuencias antes de hacer un cambio en la ingesta calórica diaria.
Dentro de la nutrición funcional, se encuentran los alimentos enriquecidos como las leches fortificadas, los panes de fibras añadidas o los zumos con antioxidantes. Otro ejemplo de alimentos funcionales que pueden conseguirse con mayor facilidad son las proteínas de sojas, los ácidos grasos Omega 3, las fibras solubles e insolubles y los probióticos.
Los alimentos funcionales no curan a las personas de ciertas enfermedades, sino que promueven un mejor estado de salud. Es decir, su forma de acción se halla en la disminución del riesgo de contraer determinadas afecciones entre las que se destacan las complicaciones cardiovasculares que pueden ser prevenidas a través de la ingesta de ácidos grasos omega 3.
Las isoflavonas de la soja comúnmente encontradas en batidos de soja y en comprimidos, que ayudan a aliviar los síntomas perimenopáusicos, entre los que se detallan dolores de cabeza, sudor extremo, sofocos y dolores constantes en las articulaciones y músculos.
El ácido fólico es otro ejemplo de alimento funcional cuyo beneficio ya es ampliamente difundido en la prevención de espina bífida y otros defectos congénitos en los bebés, por lo que se recomienda a las futuras madres la salvado de trigo, espinacas, espárrago, panes y cereales fortificados con esta sustancia.
La divulgación de las ventajas del calcio y la vitamina D en la prevención de osteoporosis es cada vez mayor. En este sentido, actualmente existe una gran variedad de oferta de cereales y lácteos fortificados.
Los probióticos, que se consiguen mayormente en los yogures cumplen una función fundamental en el equilibrio microbiano intestinal por aumentar la biodisponibilidad de calcio, hierro, magnesio y zinc.
El ácido linoleico ayuda a disminuir los depósitos de grasa ya que tiene propiedades antiagregante plaquetario; es decir, hace que la sangre circule con mayor fluidez. Por lo general, se halla en el aceite y últimamente ha sido incorporado en galletitas y margarinas.
A pesar de que estos alimentos funcionales son de gran ayuda en la prevención y disminución de ciertas enfermedades, es necesario ser conscientes de que sus beneficios están sujetos a una dieta equilibrada y hábitos saludables.