Para millones de personas en todo el mundo, algunos de los alimentos más populares y que nos endulzan la vida, pueden ser el peor de los castigos.
La intolerancia al gluten es un trastorno genético, adoptado con el tiempo, o iatrogénico, que afecta a los intestinos y que interfiere en la absorción de nutrientes.
«La razón por la cual surge la enfermedad es porque cuando alguien ingiere gluten, el cuerpo desarrolla una reacción inapropiada a esa proteína, que daña el revestimiento del intestino delgado», explicó Marcus Nichols, un médico de medicina interna y pediatría.
Esto puede llevar a numerosas condiciones de salud tales como: artritis, fatiga, dolores de cabeza y depresión… y sobre todo padecer una malnutrición que, en los niños, acabe en un mal desarrollo en general de su organismo.
El gluten es una proteína que se encuentra en el compuesto de productos derivados del trigo, así como el centeno, la cebada, y otros cereales. Sobre todo en productos integrales ya que la mayor concentración de glúten está en el «salvado» del cereal. Sólo el arroz blanco (no intergal) y el maíz están exentos de esa proteína lo que les hace ser la primera fuente de hidratos de carbono de las personas con intoleráncia la gluten (celíacos).
Nichols ha diagnosticado pacientes con enfermedad celíaca, pero señaló que, aún la conciencia de la enfermedad es cada vez mayor, sigue siendo uno de los problemas de salud más subdiagnosticada que aquejan a los ciudadanos.
Hace tiempo parecía que no habían tanta gente celíaca como ahora pero en realidad lo que había eran personas NO diagnosticada. A medida que los especialistas han tomado conciencia de los diferentes grados de celiaquía, el número de enfermos ha crecido. Por otra parte, también ha aumentado el grado de comfor y satisfacción cotidiana en los pacientes simplemente adecuando la dieta.
El tratamiento de la enfermedad consiste en una dieta libre de gluten. Hoy en día existen muchas empresas de alimentación que tienen productos, muy comunes, hechos sin gluten. No tan solo de alimentos que ya no lo tienen (maíz) sino que también harinas y derivados de cereales a los que, por un complejo método, se les ha extraido el gluten.
En 2010, las ventas de alimentos sin gluten aumentó en un 16 por ciento, según una encuesta de The Nielsen Company. En el 2012 se estima que aumentará hasta un 36 por ciento.
Algunas empresas y grandes superficies alimentarias están comenzando a ofrecer sus propias líneas de productos sin gluten. Esto hará que cada vez más haya más variedad y calidad de productos y, muy importante, los precios sean más asequibles. Por otro lado también cada vez más hay información en las etiquetas de los productos elaborados.
Pero para mucha gente, renunciar a su comida favorita no es fácil. Socialmente y dependiendo de grupos de edad, a veces se hace difícil no caer en la tentación de probar alimentos «prohibidos» y es posible que eso desencadene unos días de malestar absoluto. No obstante cada vez son más, e incluso niños, los que aprenden estupendamente a organizar su alimentación. Cada vez más sus galletas saben como nuestras galletas. Su pan cada vez más es como el pan de todos pero el precio sigue siendo lo que nos separa de la realidad.
En otro orden de cosas hay que decir que ya hay muchas personas que, sin padecer celiaquía, han optado por suprimir el gluten de su dieta. Existen estudios en los que se dice que suprimir el glúten de la dieta proporciona una mejor metabolizacion del alimento y que el sistema inmune no sufre tanto durante el proceso de nutrición del aliento.