Somos en un porcentaje muy alto agua. Nuestro cuerpo necesita constantemente rehidratarse. En verano el intercambio intercelular y la evaporación corporal, aumentan la necesidad de ingerir cualquier alimento o bebida que nos aporte esa agua.
El volumen total recomendable de agua oscila entre 1,5L, a 2,5L. dependiendo de la complexión corporal i/o edad, situación o lugar donde nos encontremos. No a todo el mundo la sensación de sed les avisa de la necesidad de beber. Así pues, es necesario en verano, sobre todo, beber antes que la sed aparezca.
El agua sería la bebida “reina” en el consumo total para la hidratación, pero no la única. Podemos concedernos algunas licencias y explorar y degustar otras maneras de tomar agua.
Los refrescos. Esas bebidas que todos conocemos desde demasiado pronto y que enlazan el placer con el consumismo mundial. Es cierto, tienen agua. Pero tienen muchas otras sustancias que a lo mejor no nos ayudan tanto. Poco a poco se va tomando conciencia y podemos encontrar refrescos mucho más acondicionados a no vulnerar el derecho a apagar la sed sin endosarnos demasiada azúcar o cafeína o…lo que sea que contengan.
Hay otras maneras de tomar refrescos. Diferentes pero no por ello exentos de que nos den gato por liebre. Podemos preparar refrescos a partir de zumos concentrados, diluidos, nutritivos, caloricos… Desde el agua a la que vertemos el zumo de 1 o 2 limones, limas, pomelos. El zumo de naranja, piña, melocotón, sandía, sin diluir. Los que mezclamos con leche, helado, licor como el melón las frambuesas, arándanos, plátanos, peras…Los que usamos como entrantes en las comidas como licuados de tomate, apio y pepino, gazpachos o salmorejos. Las meriendas o paseos al atardecer con esas horchatas, “leches” de almendra frías o merengadas…
Más allá de todo lo conocido en nuestro entorno, vale la pena dar una mirada a lo que es costumbre en otros lugares. Aprovechar que hoy en día hay suficiente infraestructura y suficiente información para degustar un zumo de guayaba, maracuyá o como hoy reseñamos: Jugo de tamarindo.
Normalmente cualquier liquido exprimido o sustraído de un vegetal se le llama zumo. Jugo es el líquido
obtenido de cualquier glándula de origen animal. Pero como os estamos animando a explorar otras maneras de refrescar dejaremos también que encontréis otras maneras de denominar.
El jugo de tamarindo se obtiene de macerar tamarindos en agua (como las chufas para la horchata). Así conseguimos que su pulpa aumente en volumen. la mezclamos con agua incluso triturándola para hacerla más fina, y le añadimos azúcar y hielo al gusto.
El tamarindo en un fruto de origen africano al que hace ya unos siglos los españoles trasladamos a “las americas” siendo allí donde se ha hecho una planta y fruro muy comercializado. Su sabor es ácido y dulce en función de más o menos lo maduro que esté. Tiene gran cantidad de potásio, cálcio y vitaminas antioxidantes.
Solo recordad que todo es sano a la hora de tomar pero debemos recordar si sufrimos alguna patología restrictiva a al hora de experimentar y valorar el azúcar, calorías, grasas o cualquier cosa que, a cada uno en concreto, no nos aporte de más.
El agua sigue siendo la bebida que nunca nos fallará ante la duda 😉